Partido igualado en el Camp Nou, que pudo caer para cualquier lado. Pedrito adelantó al Barça y Fuster puso las merecidas tablas en el marcador. Los minutos finales fueron de acoso local, pero el Villarreal la tuvo para ganar.
Por segundo año consecutivo el Villarreal es el elegido para visitar Barcelona cuando el ambiente de fiesta planea en el Camp Nou. Está claro que no tienen nada que ver las circunstancias y que en este caso se trataba de un partido más, pero no deja de ser anecdótico que los amarillos vuelvan a cosechar un puntito en un campo tan difícil.
El Villarreal es el equipo más parecido al Barça en cuanto a concepción del juego. Gusta de tener la pelota, combinarla y crear los espacios necesarios para que la jugada llegue a buen puerto. Tiene un centro del campo privilegiado por el que campan Senna, Cazorla, Cani y un jugador semidesconocido para la parroquia llamado Fuster. A la postre este jugador sería el encargado de hacer el empate en una gran jugada del Villarreal.
El caso es que el Barça comenzó ganando. Se adelantó en el minuto 6 de partido gracias al conejo de la chistera que es Pedrito. Cada vez que juega hace gol y, aunque su influencia en el juego no es muy grande, sigue creciendo y haciéndose un hueco en el mejor equipo del mundo. A partir de ahí el partido cambió. No es el Villarreal un equipo que vaya a amedrentarse por un gol en su puerta. Sabe que tiene mimbres para hacer goles; incluso ante el Barça. El dominio fue alternandose, pero el peligro se trasladó a la portería de Valdés. En esos minutos, el árbitro perdonó un penalti de Alves.
La segunda mitad comenzó con el Villarreal saltando al campo bastante antes de hacerlo el equipo culé. Es una tontería, y seguramente no tenga nada que ver, pero el caso es que durante los primeros minutos parecía que los locales seguían en el vestuario, mientras los amarillos estaban cada vez más enchufados. Inclinaron el campo hasta que la pelota tuvo a bien alojarse en la portería de Valdés. Gran centro de Cani (ayudado por mi gafismo, puesto que cuando salía la pelota de los pies de Cani solté eso de…¡pero dónde vas!) y mejor remate de Fuster a botepronto para hacer el empate.
Con el gol, el Villarreal tuvo unos minutos de euforia que pudieron terminar con el 1-2 o con el 2-1. No es una buena idea dejarle tanto espacio al Barça, pero los visitantes, espoleados por la moral que da un gol en el Camp Nou, quisieron rematar la faena en los minutos siguientes al empate. Fue un espejismo, puesto que cuando se terminó el impulso y el fuelle empezó a faltar, el Barça recuperó el mando del partido para no soltarlo más. Fueron minutos de acoso y derribo. Ataque y gol, que dicen los veteranos. Pero no, no hubo gol, por más que la salida de Iniesta al campo terminara de juntar a todas las estrellas disponibles de los culés.
El partido terminó en empate, pero pudo caer para los dos lados. Un partido más trabado de lo que cabría esperar entre dos equipos con tanto gusto por la pelota, pero que tuvo a partes iguales vistosidad y brega. Lo único que me cabrea es que después de admirar los arbitrajes de la premier durante las navidades, ver como se pitan aquí los silbidos, la picaresca que nos empeñamos en mantener, con jugadores pidiendo tarjetas para compañeros de profesión cuando éstos han sufrido un penalti como un piano, a mí personalmente me sube los malos humos. ¡Y eso que estamos a principio de año, con los buenos propósitos y esas cosas!